LA

FELICIDAD

ES

DULCE

Del horno a tu mesa; y de tu mesa, al corazón. Esa es la máxima de Ana Avellana, una pastelería de barrio, cálida y cercana.

Esta historia empezó en un aula universitaria, un día que, luego de dos ciclos de psicología, Ana se dio cuenta de que lo suyo estaba en otro lado. Viajó a Estados Unidos y encontró el amor: la pastelería. Estudió en el Culinary Institute of America, trabajó en Miami y en Nueva York, en el Zeppole at Tribeca, la pastelería de Robert de Niro, y quedó encantada con la movida pastelera de Estados Unidos.

Tras ocho años fuera, volvió a Lima para crear el bakery americano que había soñado, una pastelería de barrio, única y divertida, en la que ya sabes a qué hora sale el pan o tu postre favorito:

“Yo quería que aquí la gente haga lo que le diera la gana, que tomen un buen café, coman rico y se queden el tiempo que quieran. A veces me dicen: ¿por qué no tienes los clásicos alfajores?, y yo les respondo porque todo el mundo los tiene. Aquí encuentras un cheesecake grandote, estilo New York, un key lime pie, como el de Miami o un sticky bun como el de mi infancia”, cuenta Ana.

Han pasado varios años desde que Ana Avellana nació en una esquina en Mendiburu, en Miraflores, y en todo ese tiempo ha crecido sin perder su esencia. Abrió dos tiendas que son en realidad pequeñas extensiones del local original –una en Barranco, junto a la librería La Rebelde, y otra en el Club Regatas– y un taller donde se hornean todos los postres y panes del día. Sus galletas también conquistaron los supermercados y Ana se estrenó como conductora en diversos programas de televisión e Internet donde además de preparar postres y dar tips de pastelería, enseña que la felicidad es dulce.

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